Una mañana de domingo, el escalón de aquella sagrada puerta, amaneció mancillado por una enorme diarrea con pintas rojas de pieles de pimientos.

¡ Qué voces…!, ¡ qué exclamaciones..!, ¡ qué amenazas…!

 En la escalera que da acceso a los pisos superiores, risas culpables ocultas en rostros picaros de ojitos disminuidos de tamaño, con el fin de reír hacia sus adentros.

¡¡¡….la madre que lo parió…!!!,  ¡¡¡¡¡¡¡ Emilio!!!!!!

 ¿Quién….yooooooo?

 Vuelta a empezar…

     

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