Bien, pues esa tarde el candado...¡ estaba abierto!...¡¡¡bien!!!

Armados de papeles de periódicos como antorchas y una caja de cerillas, nos introdujimos por la escalera, muy cómoda de bajar, pues tenía sus buenos escalones.

Al terminar los escalones, había una parte mas ancha y allí, forme mi ejército para hacer la exploración del Averno.

Nos fuimos andando por el ramal de la derecha, cuando ya no se veía nada, encendimos las antorchas. Los más pequeños, comenzaron a llorar; los papeles se fueron terminando.

Había mucho humo; yo, también empecé a asustarme como un general derrotado.

En completa oscuridad, retrocedimos llorando por el humo y por el miedo.

Cuando llegamos al fin arriba... ¡que cuadro!... con ¡qué

 

 

 

afán las madres besaban a sus hijos,  bofetones se llevó el general...! y por solo haber perdido una batalla.

La guerra... continuó por mucho tiempo.

 
 

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