Usaba chaqueta y chaleco en todo tiempo; se tocaba con boina de tamaño medio, muy propia de Daimiel, su lugar de origen.

 Valentín, fue un gran cocinero. De hay proviene la afición del general  a ser un cocinilla. Repito que era un gran cocinero, si que lo era.

 El Obispo del momento y la Academia General de Enseñanza, podrían dar fe de mi aserto. El era el encargado de las cocinas de los dos sitios y la “alta sociedad” de la época, se acordaba de el, cuando en bodas u otras celebraciones, había que hacer pitanza para mucha gente, y así matar el hambre, que mucha había. Este fue su oficio principal.

 Además como afición, ejercía de carpintero. Todos los trabajos de este oficio que se hicieron para construir aquella casa, salieron de sus manos.

 En la acera de enfrente de aquella casa, había una carpintería. Era propiedad de Julián Cabañas, un medio primo de Valentín, que le permitía por las tardes, realizar estos trabajos en el taller.

¡Qué cantidad de grandes personas que han sido, y que

 

 

nadie les supo reconocer su esfuerzo!

 En la construcción de la casa, el general me ha contado que su madre, en aquel enorme cochecito en el cual sacaba a pasear a sus hijos, si encontraba una piedra, un ladrillo o algo que aprovechara, lo ponía debajo del bebe y lo dejaba en el solar, que luego seria la morada de todos. Así estaban las cosas.

 Era el general el ojito derecho de Valentín; lo tomaba en sus brazos y lo llevaba a la cuadrilla, donde con gran arte, le fabrico un carro de tamaño medio, en el cual el militar transportaba a sus tropas, a nuevos campos de batalla.

 En una huida mal planeada, el carrito volcó. Al realizar el parte de bajas, su primo Fernando (Chatete) y su prima Mercedes (la Merce), sufrieron un descalabro; uno con el grifo que goteaba siempre, la otra, contra los ladrillos del arriate de flores que la madre del general, cuidaba con esmero.

 Los llantos desaforados, consiguieron que el general, se batiese en retirada En dirección a la calle; al cruzar la misma…el único automóvil, un Ford T de un conde, único en la ciudad, lo atropelló y dio en tierra con tan aguerrido militar.

 

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