XIII

 

El Patio de mi Casa. El Rayo.

 

Un gran resplandor, una gran explosión y el sonido de rajarse el almendro, todo ocurrió en mismo instante.

 Todo esto sorprendió al general, cuando con su tirachinas apuntaba en dirección de un estornino.

 Completamente empapado de agua, solo viendo luces amarillas, los cabellos, las cejas y parte de su piel chamuscadas, despertó el general.

 Se oían voces que lo llamaban…¡ Emilioooooo ¡…¿qué te ha pasado ?...¡ ay, Dios mío…nos vas a matar a disgustos!...estas hecho una pena…¡anda vamos a la casa a ver que hacemos!

 En la moto del hermano de Manoli, José, fue llevado a la Casa de Socorro. Bien embardunado de cremas y colirios, fue llevado a su casa, ante el susto de sus padres y demás familia.

 

 

Pasada una semana, su visión era ya mas clara, solo alguna musaraña amarilla quedaba en sus ojos, al mirar fijamente.

 Volvió el general a la huerta, después de muchas recomendaciones y amenazas de sus padres. El estado natural del niño, era el de continua batalla. ¿Seria hiperactivo?. Un poco cabroncete, sí que era.

 Llegado el mes de junio, comenzó la época de la siega del cereal.

Una cuadrilla de seis personas, pertrechados de sus hoces, las cordetas atadas a su cintura y los dediles dispuestos, comenzaron a segar las mieses.

 Con las cordetas, la ataban en haces mientras el hortelano con la horca de madera, subía  al carro. Allí estaba el general que lo iba colocando como ya le había indicado Pedro.

 Cuando el carro estaba rebosando de cereal, se llevaba a la era, se recuperaban las cordetas y se extendían los manojos para preparar la parva, que después seria trillada.

 

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