| |
trapero nos dio, hicimos una larga fila ante el servicio común.
El
servicio, consistía en una tabla con agujero proporcionado al tamaño del
sálvese la parte, con su tapa. Un gancho en la pared, recogía trozos del
ABC, que leías días después y por diferente lugar. Lo expulsado, caía al
basurero. Las gallinas de antes eran muy apañaditas y no le hacían ascos a
nada.. A cambio, te daban unos huevos…eso, de los de antes.
Como
el servicio era unipersonal y la urgencia grande, la tropa, eso si
disciplinadamente, se repartió en el basurero para aliviar sus doloridas
tripitas.
¿Sabéis
lo que ocurre, cuando alguien expone sus partes pudendas
a la curiosidad de las gallinas?. Ya lo sabéis.
Nuevos
llantos; los culitos al rojo vivo, indicaban que habíamos perdido una
nueva batalla.
Nuevamente
el general, tuvo que dar la cara y además, le fue requisada la mercancía,
que tanto trabajo costó conseguir. |
|
Pasados unos días, le toco al general ir al pozo a sacar su sandia,
tirando de la cuerda que sujetaba su cubo.
Una
batalla ganada. La venganza en frió, es más
placentera.
Nunca se supo por que se desataron las cuerdas de los cubos restantes
cayendo al pozo.
Ese
día los vecinos hicieron penitencia sin postre, a favor de los negritos de
África que era la letanía de aquellos momentos.
Una
voz potente, muy potente…la de mi padre:
¡¡¡Emilioooooo,
ven aquí!!!
|
|