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Aún así, el cariño de la Chati por los niños, era total. Ya se dice: eres
más terco que un guarro. Esta era guarra, y hacía lo mismo.
Pasado el tiempo…una mañana fría de enero, llego a casa un señor muy
alto, había mucha leña en el corral, una mesa muy grande, una extraña
maquina con manivela y otras cosa más.
Cuando los niños se levantaron, el general, dio la voz de alarma de que
la Chati había desertado.
¿Cómo se les explica a unos niños que una de sus mejores compañeras de
juegos, yace hecha pedazos en lebrillos y que además, se tiene la
intención de comérsela?
Esta idea, comenzó a forjar la nueva manera de pensar de nuestro pequeño
general.
Nunca pudo tomar parte del festín de la matanza de su amiga “La Chati”.
Era tarde cuando aparecieron en sus casas, después de una dolorosa
despedida.
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