VIII

 

El patio de mi casa. Llegan maldades.

  

El año 1952, fue el año horrible para la familia del General.

Lo mismo que el año anterior, fue de grato recuerdo por la boda de la Reme, este año, fue catastrófico.

Mis tíos Mercedes y Julián, disfrutaban de una posición desahogada, económicamente hablando. El maestro Julián, ejercía de profesión, sastre. En la ciudad, había solo dos de ellos y la sastrería de mi tío, era la más afamada debido al arte de las manos de Julián.  La gente pudiente y también la mas modesta, se hacia en su taller la ropa. Se llamaba “Sastrería Madrid” aunque en la realidad,  se la llamaba “casa de Julián el sastre”.

 Como la situación económica era realmente buena, para ayudar en las faenas domesticas, contrato mi tío a una chica joven, que vivía con ellos y era una más de la

 

 

familia. Se llamaba Remedios, la Reme.

De genio muy alegre y muy cariñosa con los niños, después de recibir su ración de novatadas, paso a formar parte del ejército, aunque no quería asumir la autoridad del general.

 Después de explicárselo de la manera mas convincente posible, todo quedo claro y ambos, firmaron un tratado de no agresión.

 La ropa se lavaba en una pila de madera, que cada uno tenía en el corral. Se calentaba el agua en ollas en la lumbre, si en la lumbre, las cocinas eran de carbón. Aun recuerdo la “bilbaína” que había en casa y que demás de hacer la comida en ella, se encendía muy pronto para combatir los fríos inviernos de entonces.

 En la pila en la cual debía lavar la ropa la Reme, en la primera ocasión, algún hijo de su madre, puso media docena de lagartijas, que eran muy abundantes entonces, unidas a un puñado de cucarachas, que lo eran aun más.

 ¡ Qué bien gritaba aquella moza! Desde el basurero, la compañía entera, se desternillaba de risa viendo los

 

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