IX

 

El Patio de mi Casa. Mari Carmen.

 

La hermana anterior en edad al general, se llamaba Mari Carmen.

Era una niña muy morena, de pelo negrísimo, lo mismo que sus hermosos ojos.

Su cuerpo, era más bien gordito, su carácter muy dulce y quería al general con delirio.

 Los estudios no eran su fuerte. Empezó el Instituto, y viendo lo negada  que era para ellos, se quedo en casa ayudando a su madre en las faenas caseras.

 Los padres del general, pensando en darla un futuro, y al mismo tiempo para ayudar a la ahogada economía domestica, en cómodos plazos…-se pagaban sentados-, se compro una maquina de hacer punto de lana o de hilo.

 Era un maquinón ¡enorme!; las placas de agujas, median un metro de  largo, lo que daba una prenda  tu-

 

bular de un metro de ancho. 

Se trabajaba de pie, accionando una palanca que movía el carro de tejer, a lo largo de las placas de agujas. En la parte inferior de las placas, estaba el peine que con sus contrapesos  evitaban que la labor hecha se rompiera.

 Las madejas que vendían en las tiendas y que las clientas normalmente llevaban, se ponían en una devanadera y con otra maquina – la bobinadora-se pasaba primero el hilo por parafina y después de liaba en las bobinas que la máquina tenía para su uso.

 ¡ Cuántas vueltas de manivela daría el general ¡. También se atrevió a hacer finas tiras de tejido, que se utilizaba en la parte de ojales y botones de las prendas confeccionadas.

 Solo mamá, preparaba la máquina para hacer los calados y montaba las mangas de las rebecas y jerséis, algo que ya sabéis, es fundamental en el asiento de una prenda. (¡ Que os habíais creído…!, ¿qué era mentira ?).

 

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