XIV

 El Patio de me Casa:

              En casa de “borreguitas”

  

Al marido de Ursula, se le conocía por el apodo de “borreguitas”.

Un día, nos reunió en el patio a todos los niños. Le habían llevado un carro de haces de cebada algo verde, para alimentar a las mulas. Desde en carro que naturalmente estaba en el patio, había que pasarlos haces al pajar anexo a las cuadras.

 Con la entrada del primer haz sobre su espalda, se inicio el trabajo. Al dejar caer el haz, el general se llevo un gran susto. Como la luz no era muy abundante, el general no vio en donde depositaba el haz.

 Una voz muy ronca de vino, que  provenía  de Pacheco, el peregrino, fue la causa del susto de el general.

 

 

Era Pacheco un hombre muy alto y corpulento; una abundantísima barba muy descuidaba, le cubría todo el rostro y se unía a con su abundante cabellera.

 Usaba una gabardina, que solo se lavo el día del Diluvio que recogida en su cintura por una cordeta de atar la mies, le marcaba sus formas de coloso.

Se tocaba la cabeza con una boina hasta las orejas, haciendo que su pelo abultara aun más. Los pies, de gran tamaño, trataba de cubrirlos con unas botas militares de cordones; un mugriento calcetín, asomaba por la boca abierta de una suela despegada.

 Una cuerda, mantenía la bota con la boca cerrada.

 Una vez hechas las presentaciones: el le dijo al general ¡hijo de la grandísima…! a lo que el general muy amablemente le respondió ¡ tu  “punta” madre ¡. Ale…, un nuevo amigo. Se continuo con el trasvase de la cebada, mientras Pacheco, solo se cambio de lugar, para continuar durmiendo al gran simio que lo acompañaba.

 

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